noviembre 19, 2012

¿Quién es esta enigmática entidad llamada EL REY DEL MUNDO? 3


El escritor francés Paul Vulliaud habla de un «misterio relativo al Jubileo», lo que se vincula en un sentido a la idea de «Paz», y, a este propósito, cita este texto del Zohar: «El río que sale del Eden lleva el nombre de Iobel», así como el texto de Jeremías: «Él extenderá sus raíces hacía el río», de donde resulta que «la idea central del Jubileo es la reposición de todas las cosas en su estado primitivo». Y está claro que se trata de ese retorno al «estado primordial» que consideran todas las tradiciones. Y, cuando se agrega que «el retorno de todas las cosas a su primer estado marcará la era mesiánica», podrán establecerse  relaciones entre el «Paraíso terrestre» y la «Jerusalem celeste». Por lo demás, aquello de lo que se trata en todo esto, es siempre, en fases diversas de la manifestación cíclica, el Pardes, o centro de este mundo, que el simbolismo tradicional de todos los pueblos compara al corazón, centro del ser y «residencia Divina» (Brahma-pura en la doctrina hindú), así como al Tabernáculo, que es su imagen y que, por esta razón, es llamado en hebreo mishkan o «habitáculo de Dios», palabra cuya raíz es la misma que la de Shekinah. Desde otro punto de vista, la Shekinah es la síntesis de losSephiroth. Ahora bien, en el árbol sephirótico, la «columna de la derecha» es el lado de la Misericordia, y la «columna de la izquierda» es el lado del Rigor. Un simbolismo enteramente comparable es expresado por la figura medieval del «árbol de los vivos y de los muertos», que tiene además una relación muy clara con la idea de «posteridad espiritual». Es menester destacar que el árbol sephirótico es considerado también como identificándose al «Árbol de la Vida». Así pues, debemos reencontrar también estos dos aspectos en la Shekinah, y podemos precisar ya, para vincular esto a lo que precede, que, bajo una cierta relación al menos, el Rigor se identifica a la Justicia y la Misericordia a la Paz.
Según el Talmud, conjunto de discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, leyendas e historias, Dios tiene dos sedes, la de la Justicia y la de la Misericordia. Estas dos sedes corresponden también al «Trono» y a la «Silla» de la tradición islámica. Por otra parte, esta misma tradición divide los hombres divinos çifâtiyah, es decir, aquellos que expresan atributos deAllah propiamente dichos, en «nombres de majestad» (jalâliyah) y «nombres de belleza» (jamâliyah), lo que responde también a una distinción del mismo orden. «Si el hombre peca y se aleja de la Shekinah, cae bajo el poder de las potencias (Sârim) que dependen del Rigor», y entonces la Shekinah es llamada«mano de rigor», lo que recuerda inmediatamente el símbolo bien conocido de la «mano de la justicia»; pero, al contrario, «si el hombre se acerca a la Shekinah, se libera», y la Shekinah es la «la mano derecha» de Dios, es decir, que la mano de «justicia» deviene entonces la «mano que bendice». Según San Agustín y diversos otros Padres de la Iglesia, la mano derecha representa de igual modo la Misericordia o la Bondad, mientras que la mano izquierda, en Dios sobre todo, es el símbolo de la Justicia. La «mano de justicia» es uno de los atributos ordinarios de la realeza; la «mano que bendice» es un signo de la autoridad sacerdotal, y ha sido tomada a veces como símbolo de Cristo.  Esta figura de la «mano que bendice» se encuentra en algunas monedas celtas, lo mismo que la swastika, a veces de brazos curvados. Éstos son los misterios de la «Casa de la Justicia» (Beith-Din), lo que es también otra designación del centro espiritual supremo.  
Este centro, o uno cualquiera de los que están constituidos a su imagen, puede ser descrito simbólicamente a la vez como un templo, aspecto sacerdotal, que corresponde a la Paz, y como un palacio o un tribunal, aspecto real, que corresponde a la Justicia. Y los dos símbolos que acabamos de explicar son aquellos en los que se reparten los elegidos y los condenados en las representaciones cristianas del «Juicio final». Se podría establecer igualmente una aproximación con las dos vías que los Pitagóricos indicaban con la letra Y, y que representaba, bajo una forma exotérica, el mito de Hércules entre la Virtud y el Vicio. Con las dos puertas, celeste e infernal, que estaban asociadas al simbolismo de Janus; con las dos fases cíclicas ascendente y descendente que, entre los hindúes, se vinculan igualmente al simbolismo de Ganêsha, una de las deidades más conocidas y adoradas del panteón hindú. Se trata de las dos mitades del ciclo zodiacal, que se encuentra representado frecuentemente en el pórtico de las iglesias de la Edad Media con una disposición que le da manifiestamente la misma significación. En fin, es fácil comprender por todo esto lo que quieren decir verdaderamente expresiones como las de «intención recta»  y de «buena voluntad» («Pax hominibus bonae voluntatis»). Y aquellos que tienen algún conocimiento de los diversos símbolos a los que acabamos de hacer alusión verán que no carece de fundamento que la fiesta de Navidad coincida con la época del solsticio de invierno, cuando se tiene cuidado de dejar a un lado todas las interpretaciones exteriores, filosóficas y morales, a las que han dado lugar desde los Estoicos, representantes del estoicismo, escuela filosófica fundada hacia el 300 a. C. por Zenón de Citio,  hasta el importante filósofo prusiano del siglo XVIII, Immanuel Kant.
Metatron es elnombre que es numéricamente equivalente al de Shaddaï, el «Todopoderoso», que se dice que es el nombre del Dios de Abraham. El número de cada uno de estos nombres, obtenido por la adición de los valores de las letras hebraicas de que están formados, es 314. La etimología de la palabra Metatron es muy incierta. Entre las diversas hipótesis que se han emitido sobre este tema, una de las más interesantes es la que la hace derivar del caldeo Mitra, que significa «lluvia», y que tiene también, por su raíz, una cierta relación con la «luz». Por lo demás, la similitud con el Mitra hindú y el Mitra zoroastriano persa constituye una razón suficiente para admitir una apropiación por el Judaísmo de doctrinas extranjeras. Y diremos otro tanto en lo que concierne al papel atribuido a la lluvia en casi todas las tradiciones, en tanto que símbolo del descenso de las «influencias espirituales» del Cielo sobre la Tierra. A este propósito, señalamos que la doctrina hebraica habla de un «rocío de luz» que emana del «Árbol de la Vida» y por el cual debe operarse la resurrección de los muertos, así como de una «efusión del rocío» que representa la influencia celeste comunicándose a todos los mundos, lo que recuerda singularmente el simbolismo alquímico y rosacruz. «El término Metatron conlleva todas las acepciones de guardián, de Señor, de enviado, de mediador»; es «el autor de las teofanías en el mundo sensible»; es «Ángel de la Faz», y también «el Príncipe del Mundo» (Sâr ha-ôlam). Para emplear el simbolismo tradicional, diremos que, como el jefe de la jerarquía iniciática es el «Polo terrestre», Metatron es el «Polo celeste»; y éste tiene su reflejo en aquél, con el que está en relación directa siguiendo el «Eje del Mundo». «Su nombre es Mikaël, el Sumo Sacerdote que es holocausto y oblación ante Dios».
Y todo lo que hacen los Israelitas sobre la tierra se cumple según lo que pasa en el mundo celeste. El Sumo Pontífice aquí abajo simboliza a Mikaël, príncipe de la Clemencia. En todos los pasajes en los que la Escritura habla de la aparición de Mikaël, se trata de la gloria de laShekinah. Lo que se dice aquí de los Israelitas puede decirse igualmente de todos los pueblos poseedores de una tradición verdaderamente ortodoxa, tales como los representantes de la tradición primordial, de la que todas las otras derivan y a la que todas están subordinadas. Y esto está en relación con el simbolismo de la «Tierra Santa», imagen del mundo celeste. Por otra parte, Metatron no tiene solo el aspecto de la Clemencia, tiene también el de la Justicia; no es solo el «Sumo Sacerdote» (Kohen ha-gâdol), sino también el «Gran Príncipe» (Sâr ha-gadol) y el «jefe de las milicias celestes». Es decir, que en él está el principio del poder real, así como el del poder sacerdotal o pontifical al que corresponde propiamente la función de «mediador». Por lo demás, es menester destacar que Melek, «rey», y Maleak, «ángel» o «enviado», no son en realidad más que dos formas de una sola y misma palabra. Además, Malaki, «mi enviado» (es decir, el enviado de Dios, o «el ángel en el que está Dios», Maleak ha-Elohim), es el anagrama de Mikaël. Esta última precisión recuerda naturalmente estas palabras: «Benedictus qui venit in nomine Domini». Estas palabras se aplican a Cristo, que se asimila precisamente a Mikaël de una manera que puede parecer bastante extraña, pero que no debe sorprender a aquellos que comprenden la relación que existe entre el Mesías y la Shekinah. Cristo es llamado también «Príncipe de la Paz», y es al mismo tiempo el «Juez de los vivos y de los muertos».
Conviene agregar que, si Mikaël se identifica a Metatron, no obstante no representa más que uno de sus aspectos. Al lado de la faz luminosa hay una faz obscura. Y ésta es representada porSamaël, que es igualmente llamado Sâr haôlam. En efecto, es este último aspecto, y solo éste, el que es «el genio de este mundo» en un sentido inferior, el Princeps hujus mundi de que habla el Evangelio; y sus relaciones con Metatron, de quien es como la sombra, justifican el empleo de una misma designación en un doble sentido, al mismo tiempo que hacen comprender por qué el número apocalíptico 666, el «número de la Bestia», es también un número solar.  Este número está formado concretamente por el nombre de Sorath, demonio del Sol, y opuesto como tal al ángel Mikaël. Por lo demás, según San Hipólito, «el Mesías y el Anticristo tienen los dos como emblema el León», que es también un símbolo solar. Y podría hacerse la misma precisión para la serpiente  y para muchos otros símbolos. Los dos aspectos opuestos son expresados concretamente por las dos serpientes del caduceo. En la iconografía cristiana, están reunidos en el «anfisbeno», la serpiente de dos cabezas, de las que una representa a Cristo y la otra a Satán. Desde el punto de vista kabbalístico, representa también las dos caras opuestas de Metatron. De una manera general, se podrían hablar de este doble sentido de los símbolos. Y solo diremos que la confusión entre el aspecto luminoso y el aspecto tenebroso, constituye propiamente el «satanismo»; y es precisamente esta confusión la que cometen aquellos que creen descubrir una significación infernal en la designación del «Rey del Mundo». Señalaremos también que el «Globo del Mundo», insignia del poder imperial o de la monarquía universal, se encuentra colocado frecuentemente en la mano de Cristo, lo que muestra por lo demás que es tanto el emblema de la autoridad espiritual como del poder temporal.
Según Saint-Yves, el jefe supremo del Agarttha lleva el título de Brahâtmâ, o sería más correcto escribir Brahmâtmâ,  «soporte de las almas en el Espíritu de Dios». Sus dos asesores son el Mahâtmâ, «que representa al Alma universal», y el Mahânga «símbolo de toda la organización material del Cosmos». Es la división jerárquica que las doctrinas occidentales representan por el ternario «espíritu, alma, cuerpo», y que se aplica aquí según la analogía constitutiva del Macrocosmo y del Microcosmo. Importa precisar que estos términos, en sánscrito, designan propiamente principios, y que no pueden ser aplicados a seres humanos,  sino en tanto que éstos representan esos mismos principios. Según Ossendowski, el Mahâtmâ «conoce los acontecimientos del porvenir», y el Mahânga, «dirige las causas de esos acontecimientos»; en cuanto al Brahmâtmâ, puede «hablar a Dios cara a cara». Y es fácil comprender lo que eso quiere decir, si se recuerda que ocupa el punto central donde se establece la comunicación directa del mundo terrestre con los estados superiores y, a través de éstos, con el Principio supremo.  Según la tradición extremo oriental, el «Invariable Medio» es el punto donde se manifiesta la «Actividad del Cielo». Se ha visto que Metatron es el «Ángel de la Faz». Por lo demás, la expresión de «Rey del Mundo», si se quisiera entenderla únicamente en relación al mundo terrestre, sería muy inadecuada. Sería más exacto aplicar al Brahmâtmâ la de «Señor de los tres mundos», ya que, en toda jerarquía verdadera, el que posee el grado superior posee al mismo tiempo todos los grados subordinados. Y estos «tres mundos» (que constituyen elTribhuvana de la tradición hindú) son los dominios que corresponden respectivamente a las tres funciones que enumerábamos antes.
A aquellos que se sorprendan de una tal expresión, podríamos preguntarles si han reflexionado alguna vez en lo qué significa el triregnum, la tiara con tres coronas que es, con las llaves, una de las principales insignias del Papado.«Cuando sale del templo, dice Ossendowski, el Rey del Mundo irradia Luz divina». La Biblia hebraica dice exactamente lo mismo de Moisés cuando descendía del Sinaí. Y hay que precisar, al respecto de esta aproximación, que la tradición islámica considera a Moisés como habiendo sido el «Polo» (El-Qutb) de su época; ¿no sería por esta razón por lo que la Kabbala dice que Moisés fue instituido por Metatron mismo? Todavía convendría distinguir aquí entre el centro espiritual principal de nuestro mundo y los centros secundarios que pueden estarle subordinados, y que le representan solo en relación a tradiciones particulares, adaptadas más especialmente a pueblos determinados. Haremos observar no obstante que la función de «legislador» (en árabe rasûl), que es la de Moisés, supone necesariamente una delegación del poder que designa el nombre de Manu; y, por otra parte, una de las significaciones contenidas en este nombre de Manu indica precisamente la reflexión de la Luz divina. «El Rey del Mundo, dijo un lama a Ossendowski, está en relación con los pensamientos de todos aquellos que dirigen el destino de la humanidad… Conoce sus intenciones y sus ideas. Si complacen a Dios, el Rey del Mundo les favorecerá con su ayuda invisible; si desagradan a Dios, el Rey provocará su fracaso. Este poder se ha dado a Agharti por la ciencia misteriosa de Om, palabra por la que comenzamos todas nuestras plegarias».
Inmediatamente después viene esta frase, que, para todos aquellos que tienen solo una vaga idea de la significación del monosílabo sagrado Om, debe ser una causa de estupefacción: «Om es el nombre de un antiguo santo, el primero de los Goros (Ossendowski escribe goro por guru), que vivió hace trescientos mil años». En efecto, esta frase es absolutamente ininteligible si no se piensa que la época de que se trata es muy anterior a la era del presente Manu. Por otra parte, el Adi-Manu o primer Manu de nuestro kalpa, palabra en sánscrito que significa Eón o largo período,  en que Vaivaswata es el séptimo Manu, antecesor de la raza postdiluviana, o sea nuestra propia humanidad (la quinta). También es llamado Swâyambhuva, es decir, salido deSwayambhû, «El que subsiste por sí mismo», o el Logos eterno. Ahora bien, el Logos, o aquél que le representa directamente, puede ser designado verdaderamente como el primero de losGurus o «Maestros espirituales»; y, efectivamente, Om es en realidad un nombre del Logos. Se dice también que Moisés debió cubrir entonces su rostro con un velo para hablar al pueblo que no podía soportar su resplandor (Exodo). En el sentido simbólico, esto indica la necesidad de una adaptación exotérica. Recordamos a este propósito la doble significación de la palabra «revelar», que puede querer decir «apartar el velo», pero también «recubrir de un velo». Y es así como la palabra manifiesta y vela a la vez el pensamiento que expresa. Este nombre se encuentra también, de una manera bastante sorprendente, en el antiguo simbolismo cristiano, donde, entre los signos que sirvieron para representar a Cristo, se ha encontrado uno que ha sido considerado más tarde como una abreviación de Ave Maria, pero que fue primitivamente un equivalente de aquél que reunía las dos letras extremas del alfabeto griego, alfa y omega, para significar que el Verbo es el principio y el fin de todas las cosas.
En realidad, el símbolo en cuestión es incluso más completo, ya que significa el principio, el medio y el fin. Este signo se descompone en efecto en AVM, es decir, en las tres letras latinas que corresponden exactamente a los tres elementos constitutivos del monosílabo Om (puesto que la vocal o, en sánscrito, está formada por la unión de a y de u). La aproximación de este signo Aum y de la swastika, tomados el uno y el otro como símbolos de Cristo, nos parece particularmente significativa. Por otra parte, todavía es menester precisar que la forma de este mismo signo presenta dos ternarios dispuestos en sentido inverso el uno del otro, lo que es de hecho, a ciertos respectos, un equivalente del «sello de Salomón». Por otra parte, la palabraOm da inmediatamente la clave de la repartición jerárquica de las funciones entre el Brahmâtmây sus dos asesores. En efecto, según la tradición hindú, los tres elementos de este monosílabo sagrado simbolizan respectivamente los «tres mundos» o los tres términos del Tribhuvana: la Tierra (Bhû), la Atmósfera (Bhuvas) y el Cielo (Swar), es decir, el mundo de la manifestación corporal, el mundo de la manifestación sutil o psíquica, y el mundo en modo no manifestado.  Estos son los dominios propios del Mahânga, del Mahâtmâ y del Brahmâtmâ, como se puede ver remitiéndose a la interpretación de sus títulos. Y son las relaciones de subordinación que existen entre estos diferentes dominios las que justifican, para el Brahmâtmâ, la denominación de «Señor de los tres mundos»: «Éste es el Señor de todas las cosas, el omnisciente (que ve en modo inmediato todos los efectos en su causa), el ordenador interno (que reside en el centro del mundo y le rige desde dentro, dirigiendo su movimiento sin participar en él), la fuente (de todo poder legítimo), el origen y el fin de todos los seres (de la manifestación cíclica cuya Ley representa)».  
En el orden de los principios universales, la función del Brahmâtmâ se refiere a Ishwara, la delMahâtmâ a Hiranyagarbha, y la del Mahânga a Virâj. Sus atribuciones respectivas podrían deducirse de esta correspondencia. Para servirnos también de otro simbolismo, diremos que elMahânga representa la base del triángulo iniciático, y el Brahmâtmâ su cima; entre los dos, elMahâtmâ encarna en cierto modo un principio mediador (la vitalidad cósmica, el Anima Mundi de los hermetistas), cuya actuación se despliega en el «espacio intermediario». Y todo esto es figurado muy claramente por los caracteres correspondientes del alfabeto sagrado que Saint-Yves denomina vattan y Ossendowski vatannan, o, lo que equivale a lo mismo, por las formas geométricas (línea recta, espiral y punto) a las cuales se reducen esencialmente los tres mâtrâso elementos constitutivos del monosílabo Om. Vattan es el Lenguaje Universal Hierográfico, aquél que en la India ancestral denominaban Vattan y los Hermanos del Cosmos llamaban Irdin. El propio Lenguaje Sagrado de los Dioses.  El Vattan, reúne en sí mismo todos los componentes cósmicos de la estructura primordial de la Vida. Pues es el Leguaje Creador por su Verbo. Y su estructura está compuesta por siete caracteres diferentes que pueden adoptar cuatro posturas o posiciones cada uno, lo que hace un total de veintiocho caracteres distintos.
Existen siete altas escuelas y cuatro sagrados colegios, al igual que existen siete rayos de energía y cuatro elementos distintos. Los caracteres se agrupan también de modo que puedan tomarse como notas musicales, y éstas a su vez se combinan formando acordes fonéticos, lo que permite que los Hierogramas, puedan ser interpretados como notaciones musicales y ser entonados en solfeo, al mismo tiempo que ellos pueden ser también declamados fonéticamente. La complejidad del solfeo de los signos teúrgicos que comprende la gran ciencia del Aum, es indescriptible y el adepto que la domina puede alcanzar el Samâdhi, el éxtasis supremo, que permite la Visión Divina por medio de la Teúrgia, la unión mágica con el propio Dios interno. En ella, el Yo superior revela al ‘arhat’ las verdades del plano en el que actúa, pasando la Mónada a controlar directamente los cuerpos materiales. Los siete caracteres del Vattan están compuestos por las cinco formas madres de la morfología.
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